A menos que sean nuestros parientes próximos o que sean depositarias de una simpatía exultante, uno experimenta cercanía o aversión hacia las personas en función de lo que representan, y ese es el caso de los dirigentes y las celebridades. Joseph Ratzinger es el líder máximo de la Iglesia Católica. Ese liderazgo lo hace ser, además, jefe de un Estado que por sí mismo sería tan insignificante como Mónaco, de no ser porque en El Vaticano hay grandes obras de arte y en Montecarlo no hay más que ostentación, sets cinematográficos y mafia. El catolicismo es lo que es, con sus miles de millones de fieles, sus dos milenios de grandezas y de miserias, sus enormes virtudes y sus pavorosos crímenes, y no viene al caso en este texto.
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Por lo que hace a la trayectoria del alemán como ser humano, inquisidor y pontífice, que es el tema, el balance resulta desolador, tanto desde la perspectiva de quienes forman parte de la grey católica como de los que pertenecen a otras expresiones religiosas, de quienes no practican ninguna y de los que llanamente no creen en Dios ni en dioses.
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En el contexto del mundo moderno el actual pontífice podrá ostentar el título formal de vicario de Cristo, pero por sus obras y por sus acciones representa una mezcla de absolutismo, misoginia, homofobia, intolerancia, discriminación, racismo, eurocentrismo, superstición, autoritarismo, así como encubrimiento de actos de pederastia, lavado de dinero y otros delitos graves.
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El primer dato relevante de su biografía es que fue reclutado por las Juventudes Hitlerianas (Hitler Jugend) y que se desempeñó en el servicio de trabajo público del III Reich ( ReichsArbeitsDienst) y, en las postrimerías de la II Guerra Mundial, fue asignado a una batería antiaérea de la Wehrmacht. O sea que, de joven, Benedicto XVI se paseaba con su uniforme nazi mientras se paseaba con un uniforme de las juventudes hitlerianas mientras Auschwitz, Dachau, Treblinka y otros mataderos funcionaban a toda su capacidad en la tarea de destruir judíos, gitanos, eslavos, homosexuales, socialistas, comunistas, demócratas antifascistas y discapacitados, entre otros grupos de la población europea. “Me forzaron”, dijo años más tarde, en tiempos en que el gobierno de George W. Bush encarcelaba a decenas de muchachos por negarse a ser ejecutores de la carnicería que Washington perpetró en Irak.
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No todos los jóvenes en edad de servicio militar tienen la entereza para rechazar el reclutamiento y afrontar las consecuencias y parte del drama de Alemania y Austria en la segunda mitad del siglo XX es que una buena parte de su población había participado, de buen grado o no, en el delirio nacional socialista. Kur Waldheim, por ejemplo, llegó a secretario general de la ONU y después se hizo presidente de Austria sin ofrecer una disculpa por su pasado. Otros, de mayor integridad moral, como Günter Grass, terminaron por confesar su vinculación con los nazis y pidieron perdón. Hasta ahora, Ratzinger no lo ha hecho. En uno de los actos más cínicos con los que uno pueda toparse, el actual Papa ha dicho que no comprende “el silencio de Dios” ante la carnicería realizada por el III Reich. Los actos divinos son, por definición, inescrutables, pero los humanos, no, y lo que no se entiende es el silencio de Ratzinger ante su propio pasado.
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Es sabido que, dos décadas después de terminada la conflagración, y ya convertido en religioso y en funcionario clerical, el ahora pontífice coqueteó con los vientos de cambio y renovación que soplaron en el Concilio Vaticano II, pero durante el papado de Paulo VI se distanció de esas posiciones y posteriormente fue nombrado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sucesora del Santo Oficio. Desde ese cargo, Ratzinger emprendió la persecución implacable de los teólogos de la liberación que pretendían sensibilizar a la Iglesia ante la desesperada situación de poblaciones hambreadas, oprimidas y humilladas, particularmente en países de América Latina. Hans Küng, Leonardo Boff, Eugen Drewermann, Edward Schillebeeckx, Pedro Casaldáliga, Gustavo Gutiérrez y Juan José Tamayo-Acosta son sólo los más conocidos de entre los cerca de 140 sancionados.
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Por añadidura, Ratzinger imprimió al conjunto de la institucionalidad católica su espíritu sectario y absolutista. En 2000, por ejemplo, su oficina publicó la declaración Dominus Iesus, “Sobre el carácter único y la universalidad de Jesucristo y de la Iglesia para la salvación”, monumento de intolerancia que descalificaba a toda práctica religiosa no católica como vía de salvación, lo que generó una oleada de indignación.
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En forma paralela, desde la oficina de Ratzinger se formulaban los sustentos discursivos de la intolerancia doctrinal característica del pontificado de Karol Wojtyla en asuntos de género, derechos reproductivos y minorías sexuales, y se gestionana el encubrimiento vaticano de un cúmulo de agresiones sexuales perpetradas por hombres de la Iglesia en los dos lados del Atlántico. En 1998 el Papa actual recibió en propia mano, por ejemplo, el informe elaborado por Maria O'Donohue y Maura McDonald sobre agresiones sexuales cometidas por curas, obispos y arzobispos contra centenares de monjas en 23 países, y cerró la boca. Tres años más tarde él y Tarcisio Bertone redactaron la encíclica secreta De delictis gravioribus, que desalentaba la denuncia ante autoridades seculares de delitos sexuales cometidos por integrantes del clero.
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A pesar de los alegatos vaticanos en el sentido de que tales delitos son excepcionales, estudios como los realizados por Félix López (Universidad de Salamanca), Philip Kenkins y Richard Sipe indican que el número de agresores sexuales –de mujeres y de menores de ambos sexos– en las filas del clero católico oscila entre 12 mil y 60 mil. El primero de esos autores concluyó que más del 8 por ciento de los delitos sexuales cometidos contra menores en España corrió a cargo de sacerdotes católicos. Sipe, por su parte, estimó que el 6 por ciento de los curas estadunidenses han mantenido algún tipo de contacto sexual con menores. Es decir, las tendencias pedófilas en las filas del clero constituyen un fenómeno delictivo que no puede reducirse a casos aislados. Pero Ratzinger, en su papel de inquisidor, hizo cuanto pudo para ocultar el problema o, cuando menos, para minimizarlo.
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No es suficiente el espacio para detallar los empeños del actual pontífice para impedir que las mujeres ejerzan su derecho a la plena igualdad con los hombres, para mantener a las expresiones de la diversidad sexual en el cajón medieval de “enfermedades” o para impedir que los individuos ejerzan sobre sus cuerpos la soberanía que les otorgan los marcos legales contemporáneos. Ya habrá tiempo para hablar de la obsesión de Ratzinger por someter a las instituciones políticas laicas al imperio de los dictados religiosos –un punto en el que se parece tanto a los fundamentalistas islámicos– y para hacer un recuento de sus agravios a los judíos, a los musulmanes y a los pueblos indios de América. En lo inmediato, el que escribe considera que lo arriba expuesto es razón suficiente para considerar a Joseph Ratzinger una persona indeseable que no debería ser bienvenida en este país.
Publicado porPedro Miguela la/s 11:25 AM
Tomado de http://navegaciones.blogspot.mx/
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Bien decía mi abuelita que en materia de política y religión nadie podía ponerse de acuerdo, pero en esta ocasión me he permitido reproducir este escrito de Pedro Miguel por considerarlo de extraordinario contenido informativo respecto al personaje que en estos momentos tiene a gran parte del país de rodillas (por no decir empinado), lo que significa que para la gente, no importa de quien se trate, solo importa lo que representa, y eso esta bien, así debería de ser cuando las personas que cambian para bien buscan otra oportunidad, pero al parecer no es el caso, se trata de un personaje radical y retrogrado al frente de la iglesia católica que no tendría ninguna importancia (para quienes no profesamos esa religión), si no fuera por el hecho de que forma parte de un sistema que permite tener sometido a los pueblos, y casualmente, se encuentra justo en nuestro país, y su presencia ha desnudado el grado de sumisión en el que nos encontramos.
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Vemos a todos los poderes fácticos del país aglutinarse en torno a Joseph Ratzinger, los vemos cerrar filas hombro con hombro, lo mismo las televisoras que los grandes empresarios, políticos aspirantes y ostentantes del poder pero como yo lo percibo es; por un lado los que organizaron la visita junto con los que lo recibieron y los que tienen acceso a hablarle al oido, y por otro, al pueblo carente de valores, de heroes y sin memoria, devorándose lo que las televisoras les dan, hambrientos y desesperados hasta las lágrimas realizando largos peregrinajes y durmiendo a la interperia solo para ver al Papa por unas milesimas de segundos, creyendose el cuento de que se trata de un santo, el único y autentico representante de Dios en la tierra, el sucesor de San Pedro que estuvo profesando el evangelio con el mismismo señor Jesucristo, y por tanto una mirada del vicario de Cristo deberá tener efectos mágicos, milagrosos...
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Bien apuntaba Freud al respecto de que la masa no "piensa", "siente" y somos testigos de la gran manipulación de la que es objeto el hambriento, desempleado, desesperanzado e ignorante pueblo mexicano, sin duda, la iglesia católica es experta en el arte de la manipulación de masas, y cuando se unen con televisa y TV Azteca, pues los resultados son más que satisfactorios, podrían hacer que la chusma se lanzara por un desfiladero si asi lo quisieran.
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El objetivo de la visita del "Sumo Pontífice" no es otro sino reclutar más almas para su causa, al ver que estaban perdiendo credibilidad y prestigio, pues tuvieron que recurrir al arma secreta, a ese As que tienen guardado bajo la manga, una visita papal... a grandes males, grandes remedios.
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El episcopado mexicano sabe perfectamente que la raza no se puede resistir a la seducción de una visita del jefe del Estado Vaticano, que en realidad no es sino un monigote sin poder, anciano semi senil que solo hace lo que le ordenan quienes en verdad manejan la fe católica, todos vemos al abuelo caminar por donde se le dice, saludar a quien le señalan y leer lo que le escriben, es un show sin duda, pero un Show irresistible para el populo ¿como no recurrir a esta estrategia si se esta perdiendo un bastión para la iglesia de los más importantes del mundo para ellos como lo es México?.
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Bien dice el dicho "como México no hay dos" , no hay un país donde la gente sea tan pendeja y se deje manipular de semejante manera por todos quienes quieran y de donde vengan. La cultura del mexicano le permite entrar en estos enredos con suma facilidad, lo mismo se arremolinan en el angel de la independencia cuando la mediocre y chafa selección mexicana gana un partido contra "San Vicente", que para linchar a un pobre imbécil que pasaba por ahi y que una vieja gorda fritangera grito que se trataba de un violador de niños, el masiosare es muy solidario cuando se trata de eventos donde no tiene que tomar decisiones, solo unirse y tirar una patada contra "quien sabe quien y quien sabe por que" que pasar 24 hrs. parado en una banqueta para ver al "papa" durante 1 segundo, pero cuando se trata de temas medulares como 50 niños quemados por la irresponsabilidad del gobierno, entonces mejor se hace pendejo y se sigue de largo.
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Ahora más que nunca me queda claro que los pueblos tienen los gobiernos que merecen, y México hace gala de ese refrán, es evidente que los dueños del país no están dispuesto a compartirlo y menos con la chusma hedionda, pero ¿como controlas a 100 millones de muertos de hambre y como le haces para que no se den cuenta que te estas clavando lo que es de todos y que tienes un exclusivo club de privilegios donde se quema billete a lo bestia y donde la nacada no esta invitado?, pues así, con religión, con virgencita de Guadalupe, con futbol, y si falta, pues te haces una guerra contra el narco para tener al ejercito desplegado por todo el país y partirle su madre a cualquiera que no este de acuerdo acusandolo de narco o etiquetandolo como daño colateral.
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Si la gente se uniera de esta manera para exigir que los gobernantes hicieran bien su trabajo y sacar a patadas a los corruptos, otra cosa sería, pero no, estamos a años luz de eso, así que por el momento solo nos queda contemplar como Felipe Calderón declara oficialmente anulado el estado laico en México...
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Sin duda fue un tema fuerte que enfrentó a sectores de la población.
ResponderEliminarPor fortuna se fue ya, y sin novedades. Lo peor que hubiera podido ocurrir es que algo le sucediera (incluso si es accidental) estando en México. Ya podiamos esperar un incidente internacional.
También fui de los opositores a su visita.