El gobierno federal fortalece sus programas de seguridad para controlar la creciente conflictividad social; esta estrategia incluye el Plan México, negociado entre el presidente Calderón y el gobierno de Estados Unidos para combatir supuestamente al crimen organizado.
Ante el incremento de los índices de pobreza y marginación, ocasionado por el declive económico, el gobierno federal responde aumentando la influencia de organismos de seguridad propios y extranjeros.
Se pretende ampliar el control político-militar de la creciente inconformidad social en México, conforme al esquema previsto hace décadas para el país y América Latina por analistas de seguridad estadounidense que, además, admitían que el combate contra el narcotráfico podría utilizarse contra la insurgencia.
El actual modelo económico profundiza el despojo, no sólo del salario y del bienestar de millones de mexicanos, sino de los recursos naturales y del espacio. En ese marco se insertan la represión en Acteal, Chiapas, y la APPO en Oaxaca, así como las recientes reformas al artículo 139 del Código Penal Federal para combatir al terrorismo, el intento de derogar la Ley de Neutralidad y la creación por decreto del Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal.
De acuerdo con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) este cuerpo especial, bajo mando del Ejecutivo, “coadyuvará en el combate a la delincuencia organizada y aquellos actos que atenten contra la seguridad nacional; además, apoyará la restauración del orden”. Sus unidades estarán adiestradas en manejo de “situaciones críticas de perturbación o alteración de la paz social y seguridad pública, cuya finalidad será el restablecimiento del orden y del Estado de derecho”.
Tal como ha ocurrido en Colombia, bajo la cobertura de combate al narcotráfico se monta una estrategia de lucha contra la población y las guerrillas. El Plan Colombia, articulado por Estados Unidos, fue un fracaso que se reeditará como el Plan México contra la delincuencia organizada. Mucha asistencia militar a cambio del control de la disidencia.
En el fondo de esta situación está un sistema económico que se resquebraja. La política que hizo crisis en el gobierno de Ernesto Zedillo es la misma que cruje desde 2007.
John Saxe Fernández, académico y coordinador del programa México en el siglo XXI de la UNAM, dice que el esquema económico actual “agrede brutalmente, con los programas de ajuste estructural, a la clase campesina, sobre todo a los indígenas, a los pequeños productores y a la pequeña y mediana industria”.
El investigador hace una similitud entre Zedillo y Calderón, y la forma en que ambos enfrentan los problemas financieros y económicos recurriendo al Ejército.
“Apenas llegó Zedillo a la Presidencia, su primera medida fue montar una gran ofensiva militar. Llegó muy debilitado al poder, pues era producto del manejo electoral que hizo un usurpador como Carlos Salinas”.
Para Estados Unidos siempre ha sido importante tener en México a un presidente débil, “porque Calderón, como Salinas, también es producto de una usurpación militar”, describe Saxe.
Con Zedillo se hizo el primer reclutamiento de los cuerpos paramilitares en el norte de Chiapas y luego hubo grandes operativos de vigilancia e interdicción de droga. Fue entonces cuando surgieron los Grupos Aerotransportados de Fuerzas Especiales (Gafes) y al mismo tiempo se incrementaron las transferencias de equipo y servicios militares de Estados Unidos a México.
Entre 1994 y 1995 aumentó la asesoría militar de kaibiles guatemaltecos y miembros de la ex dictadura argentina al Ejército Mexicano para combatir la rebelión zapatista. En este sentido, Saxe destaca que esas armas y entrenamiento son perfectamente funcionales a las tareas de contrainsurgencia.
“Insisto en la importancia de comprender que el narcotráfico es una cubierta para operativos de contrainsurgencia”.
Pobreza, problema militar
Hoy como hace 20 años, cuando estalló la crisis de la deuda externa en el país, y como hace una década cuando el zapatismo fustigó la firma del Tratado de Libre Comercio, resurgen las fuerzas especiales con la misión de controlar la protesta social.
“Ellos están conscientes de que la política económica genera problemas de seguridad y se convierte en un problema militar”, apunta Saxe, experto también en el impacto de la globalización.
Para Gian Carlo Delgado, doctor en Economía Ecológica por la Universidad de Barcelona, “bajo la cubierta de que se combate al narcotráfico, se permite a la nueva legislación categorizar a cualquier disidencia como ‘terrorista’. Como en Colombia, donde los equipos que entrenaron a las fuerzas armadas también formaron a los paramilitares, ahora centran su mirada en el Plan D-N II, el plan de seguridad interior para México”. Sólo una vez el gobierno recurrió a ese plan, en 1994, para combatir al EZLN.
Para ambos analistas la militarización contiene las protestas sociales. Así también lo previó en 1995 el coronel Warren D. Hall III, miembro del equipo del general Warren Mc Caffrey, ex jefe del Comando Sur estadounidense y más tarde responsable de la oficina antidroga en la administración Clinton, en una misiva a su superior:
La defensa de los intereses del poder, lleva implícito el control de las masas, y el control del descontento social, es claro el extracto del articulo llamado "Plan Colombia para México" que data del 2007, poniendo de manifiesto que nada hay de casualidad en lo que más que descomposición, parece un proceso de reacomodo de las cúpulas del poder donde se plantea como tesis la preparación del estado mexicano ante la posible ola de manifestaciones de la población por las medidas económicas que tienen como único objetivo otorgar el poder a un muy reducido grupo que de ninguna manera estará dispuesto a compartirlo, y mucho menos a redistribuirlo de forma más justa, después de todo, lo justo es lo que ellos determinan.
Pero lo que al parecer inicia como un pretexto (la lucha contra el narco), parece que ha tomado vida propia, porque si bien es cierto que el artículo destaca que la lucha contra la criminalidad les da pauta para criminalizarlo todo, cualquier movimiento social, cualquier disidencia, cualquier sindicato no alineado, etc., también es cierto que el monstruo de mil cabezas los empieza a acechar, los empieza a cercar, los está acorralando.
Para el aparato del poder (partidos políticos, monopolios, empresarios, etc.) el modelo económico actual es el ideal para el mantenimiento de su "status quo", basado en la desigual repartición de la riqueza, los programas sociales solo son un paliativo para una problematica gigante que amenaza permanentemente en estallar, sin embargo la apuesta no es a la resolución de los problemas reales como son el hambre, la desigualdad social, el analfabetismo, la falta de un sistema de salud digno, la apuesta en todo caso es estar preparado para aplastar cualquier movimiento social de forma demoledora por incipiente que este sea.
Y tal como si fuera una provocación, gustan de fanfarronear en las revistas de culto a la frivolidad, en un pueblo donde el desempleo, la ignorancia el hambre y la miseria son la constante, no se reservan su derecho a la discreción, les gana el ego (para que se quiere ser monarquía si no se puede saborear), lucen sus rostros abotagados de filete y champagne, sus hermosos hijos e hijas departiendo radiantes de alegría en los antros de moda, posando para la cámara de sociales para ser distribuidos en todos los puestos de revistas donde toda la chusma que come tacos en los puestos callejeros pueda enterarse aunque sea en portada, gracias a quien se mueve su país.
La desigualdad y el resentimiento social son un buen caldo de cultivo para los estallidos sociales, aunque parece que los dueños del poder (los mismos desde hace 200 y 100 años incluida la Iglesia católica) ya estudian en que han fallado en el pasado, y por supuesto que no es en la falta de mejoras de las condiciones sociales, para ellos esa no es la falla por la que se han visto sacudidos anteriormente, a su modo de ver, la falla ha consistido en no haber aplastado los movimientos sociales de forma contundente y a tiempo, y en vísperas de los festejos del bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución, no piensan repetir los mismo errores y habrán de preparar el terreno para la conmemoración con un país bañado de sangre y sumido en el terror, claro, eso si es que los narcos no les dan una sorpresa...